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Precisamente eso mismo es lo que tenía que hacer el Diplodocus.
El gigante Diplodocus, que podía medir hasta 30 metros, tenía un conjunto de dientes frágiles, similares a un lápiz, que se hallaba en la parte superior de la mandíbula. Puedes apreciarlos aquí. Observa la debilidad de estos dientes comparada con los dientes poderosos y afilados de los dinosaurios carnívoros. Dado que no disponían de dientes en la parte anterior de la mandíbula, los científicos creen que el Diplodocus utilizaba sus dientes principalmente para rastrillar las hojas de los árboles, tragando la comida sin apenas masticarla. Es posible que el Diplodocus engullese piedras para facilitar la digestión de los alimentos.
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