“Lo asombroso de este fósil es que es esencialmente un colibrí mo-derno”. Estas palabras de Margaret Rubega, de la Universidad de Con-necticut, USA, sobre el descubrimiento de un nuevo ejemplar de colibrí fósil (Eurotrochilus inexpec-tatus) en Alemania1, reflejan la frustración de numerosos paleontólogos que sistemáticamente tratan de encontrar los supuestos ancestros de las diversas formas actuales. Eurotrochilus inexpectatus, que se estima midió unos 4 ó 5 cm desde la cabeza a la cola, fue encontrado en rocas del Oligoceno que, según la escala geológica evolutiva, tienen unos 30 millones de años. Las características de este colibrí son tan modernas para lo que se esperaba de un fósil del Oligoceno que ha merecido el nombre específico de inexpectatus, casi sugiriendo su inoportunidad.
Este fósil no sólo no resuelve nada sobre el origen y evolución de los colibríes y de las aves modernas, sino que trae más complicaciones:
· Han de buscarse los ancestros de las aves aún más atrás en el tiempo geológico.
· Durante estos 30 millones de años básicamente no ha ocurrido ninguna evolución en las aves. En muchas ocasiones sólo se encuentran formas demasiado parecidas a las vivientes o terminan proponiéndose conjeturas acerca de las posibles rutas de evolución.
· El registro fósil sigue demos-trando ser adecuado2 y sufi-cientemente completo como para extraer conclusiones fiables acerca de las comunidades an-tiguas.
Este hallazgo se une a otros muches que cada año inaresan en los catálogos de los museos y que indican que los paleontólogos han de ocuparse más en buscar los eslabones perdidos en las supuestas líneas evolutivas de los vertebrados. Los fósiles recientemente encontrados empujan hacia atrás en el tiempo geológico la aparición de las aves, y complican mucho el panorama evo-lutivo, porque desde que supuesta-mente emergieron de los reptiles hasta que se diferenciaron completamente pasó un tiempo muy corto evolutivamente hablando. Y por otro lado, se reducen las posibilidades de en-contrar los esperados fósiles de transición, pues éstos deberían estar en rocas en donde precisamente aparecen aves con características modernas. Es decir, que entre los supuestos ancestros (reptiles) y las aves con apariencia moderna no se han hallado convincentes ejemplos de transición evolutiva.
Una vez más estamos ante un hallazgo que corrobora la ausencia de fósiles intermedios en el registro sedimentario, y que reabre la insidiosa pregunta de por qué no aparecen formas claras de transición en la supuesta evolución de las aves si aquélla realmente tuvo lugar durante mill
Referencias
1. Stokstad E. 2004. Surprise hum-mingbird fossil sets experts abuzz. Science 304:810-811.
2. Acerca de este tema Ciencia de los Orígenes ha publicado un breve artículo en el número anterior: Esperante R. 2004. Las imper-fecciones del registro fósil. Ciencia de los Orígenes 64:8-9.
Nota del Autor
Para más información sobre la problemática de las aves fósiles recomendamos la lectura del artículo “Aves fósiles”, escrito por el Dr. Timothy Standish, aparecido en Ciencia de los Orígenes 67, y del artículo sobre Archaeopteryx por el Dr. Raúl Esperante en el presente número.
ones de años. Hasta ahora los paleontólogos evolucionistas no han dado una explicación convincente a esta persistente ausencia de fósiles de transición y la duda se mantiene sobre si realmente existieron.